Si, como nosotr@s, habéis vivido desde dentro un montón de Sonoramas ya lo sabréis, pero por si sois despistados, dormilones o es vuestra primera vez, os vamos a desvelar 10 “secretos” de Aranda disfrazada de Festival.
1. La plaza del trigo
Como era de esperar empezamos por lo más evidente. El centro neurálgico de la felicidad durante cinco días y el mejor recuerdo que, después, tendréis del verano.
Hay pocos sitios en el mundo en el que no haya malas caras, la lluvia se agradezca y se respire buen rollo… tanto que hasta el más soso de los mortales se pone a saltar, a romper todo tipo de barreras sociales, a cantar o a bailar aunque no hayas visto antes a tu pareja de baile.
Por lo demás, sólo debes recordar dos palabras: ¡Escenario Principal!
2. La plaza del rollo
Aunque el año pasado perdió el encanto de la piscina de juguete en la que acababan nadando los elementos más farreros del festival, hay que saber mantener las buenas costumbres y como sin vermú no hay paraíso y sin visita a la Tramoya no hay Sonorama, os toca buscar la plaza con el nombre más sugerente de Aranda para bailar como descosidos y dar rienda suelta al arte de nadar en una piscina sin agua…
3. Las bodegas
El “subsuelo” de Aranda esconde uno de los grandes secretos, las centenarias bodegas que se abren los sábados para que l@s sonorámic@s comprendan que ésto es algo más que un Festival. Estando en tierra de vinos, no podéis limitaros a cervecear vuestros gaznates. Debéis probar los caldos de Ribera de Duero, mezclaros con la cultura local y sentiros un@s arandin@s más, que la gente autóctona es muy simpática (e implicada) y facilita las sinergias con su buen humor
4. El lechazo.
No solo de beber vive el hombre (ni la mujer), por eso, aunque todos los bares del centro ofrecen la posibilidad de que llenéis vuestros estómagos con pintxos, menús del día, raciones, bocatas o lo que mejor entre en vuestros resacosos cuerpos, os recomendamos que os permitáis el lujo de hacer un hueco para la especialidad de la casa: El lechazo. Uno de los mejores platos que podéis echaros al estómago y que, además, os ayudará a resucitar para seguir con la fiesta.
5. La fiesta del miércoles
Peligrosa donde las haya. Parece una inocente bienvenida, pero no os fiéis, es un Halloween encubierto, capaz de arrancaros de cuajo todas las energías frescas que traigáis a base de buen rollo, cubatas, buena música, chicas, y chicos, guap@s, hospitalidad…
No olvidéis el disfraz, la sonrisa y las ganas de que vuestros sueños se hagan realidad.
6. El Café central
Es donde colocaban el autobús de Red Bull, y es el Bar más activo durante los postconciertos… allí lo mismo encuentras a una pareja de gallegos con Milú, el perro de Tintín, o a un loco festivalero pidiendo matrimonio a su novia, o gente que pierde la noción del tiempo y se olvida de que su grupo favorito está tocando, o a un profesor de historia dando lecciones de panocho a los norteños más siesos, o al Águila Roja de la serie… vamos que es imprevisible. Id comidos porque la cosa se puede alargar más de lo que esperáis.
7. El agua
No os extrañe si en pleno día soleado, de repente, una nube de pistolas de agua os cala de arriba abajo. El ideólogo de la iniciativa nos ha confirmado su presencia, otro año más, así que si veis a un chico con una gorra de chulapo, de esas que lleva Fito, y os pregunta: -¿Hola estás sola?- debéis agradecerle el hecho de que no os muráis de calor y de que, por 3 días perdáis el apego por las modas y no os importe que vuestros looks más preciados acaben empapados (de buen rollo).
8. El camping
Posiblemente, el mejor de todos los que vayáis a conocer nunca en un festival español. Tiene sombra de árboles milenarios, baños mixtos, conciertos a media tarde, un puesto de la cruz roja a vuestra disposición y está a, apenas, 500 metros del festival. Además, este año, la organización ha solucionado algunos problemillas con los servicios y el agua de ediciones anteriores, así que, si no habéis podido encontrar un alojamiento más cómodo, no os preocupéis, porque vuestras necesidades básicas, y no tan básicas, estarán bien cubiertas.
9. La implicación
Lo mejor del Sonorama es que todo el pueblo se implica en el festival: Los jóvenes se ofrecen como voluntarios, los viejos se lo pasan en grande riéndose de los espontáneos, los bares hacen su agosto, los niños juegan a ser sonorámicos,.. y te puedes encontrar desde un helado azul de sabor Sonorama, hasta un tinto de verano rebautizado como Agua Fantasía, pasando por Hamburguesas, tapas y demás comida con nombre festivalero.
10. Las batucadas y las charangas
Cuando parece que la fiesta no va a dar más de si y que te vas a tener que ir a echar una siesta, aparece una batucada o una charanga y acaba con todas tus buenas intenciones. Descansar durante el día está prohibido, es lo mejor del Sonorama y entre tambores, vermús, conciertos en mitad de la calle y divertidas conversaciones improvisadas, el tiempo se pasa volando, así que no es conveniente perder el tiempo durmiendo, ni amargándose, ni sentándose, ni bebiendo más de la cuenta: buscar el equilibrio, que aunque el maestro Ferreiro diga que es imposible, en Aranda todo es posible.
PD. Lo que no debéis olvidar:
La rebequita, que a las noches refresca, la pistola de agua, las gafas de sol, el protector solar, chicles/cepillo/pasta de dientes/desodorantes: la higiene es importante, y sobretodo, estómago para catar los Riberitas, los lechazos y las demás bondades de la gastronomía burgalesa, una sonrisa (que no cuesta) y muuuuuuuuuchas ganas de pasártelo bien.
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