Después de una semana de fiestas y empachos, el despertador suena a las 7 AM. Voy perfeccionando la técnica de pintarme los labios mientras apuro el primer café del día?.
Las caras en la oficina, lo dicen todo. Por no haber, no hay ganas ni de felicitar el año nuevo y hay déficit de botellines de agua, porque la mayoría tenemos en nuestra mesa uno con un espidifén, o dos, disueltos.
Lo moderno, hoy, sería convencer a tu jefa de que las gafas de sol, son por puro glamour, no porque la luz de la pantalla del ordenador te resulte molesta. De hecho, si fuera una buena jefa, contrataría a una comercial de antiojeras que nos ayudaran a recuperar la dignidad que perdimos en la primera noche del año. Creo que lo mío no lo arregla ni la mismísima Margaret Astor.
- Cariño ¿puedes poner el teléfono en modo vibrador?
- Mi amor ¿podrías hablar un poco más bajito?
-Recordadme que el año que viene me guarde un día de vacaciones, porque el dos de enero no hay quien trabaje.-
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