3 de octubre: Día primero (II)
Había olvidado el placer de escuchar el silencio. La paz, el wifi apagado, la gente callada… sólo tus oídos y la naturaleza. El ruido del viento moviendo las hojas, el agua corriendo, los aleteos de los peces que se mueven a tu alrededor, como cuando buceas y ninguno te toca.
Aquí la lógica y las costumbres occidentales no tienen sentido. La gente usa máscaras de quirófano, pero no tiene filtros. Seguramente, lo más contaminado de este vagón de tren bala es mi pensamiento, mi estrés de desconocimiento, mi cuentakilómetros parado, mi educación viciada, mis prisas y la consciencia repitiéndome dos palabras: ¡déjate contagiar!
A través del cristal hay niebla y casas de dos alturas amontonadas. Es como el verde de mi tierra en oriental. El insomnio se agudiza. Son las 11 de la mañana, las 4.00 en nuestro punto de partida. Una cabezada es la condena al “Lost In Traslation” más atroz. Por éso aguanto, con la mirada dividida entre la americana que cose la bandera de Japón en su mochila y el paisaje que se va quedando atrás: Tokyo, Yokohama, Mishima, Nagoya.
Kyoto nos espera y tengo ganas de llegar. Voy a pasar muchas horas en el tren en los próximos 13 días. Pero no importa, Kikagaku Moyo suena en mi reproductor…
(Continuará…)
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