Aunque es evidente que Eurovisión se ha convertido, más, en un espectáculo político que musical y que, es cierto, también, que la música que los países presentan (quitando a Irlanda y Suecia que sí que se lo toman en serio), tiene más que ver con una serie de intereses comerciales que con la calidad real de lo que se produce en ese país, el Festival es el acto que más europeos congrega delante del televisor, y durante tres o cuatro horas (más las semanas previas) nos ayuda a entender un poco mejor lo que significa eso de pertenecer a una comunidad económica y social que, además, a diferencia de todo lo demás, no está dominada (aunque sí financiada) por el país de la Merkel.
Al menos, este año, hasta las apuestas están con Barei, puede que porque los eruditos “seleccionadores” de RTVE se han dado cuenta de que no estamos vendiendo la parte de la marca cañí de España, de que estando en pleno siglo XXI, el español, en el resto de Europa, no se entiende (esto no es la OTI) y lo más importante, que el público ha cambiado y en apenas cuatro minutos, que puede durar una canción, no se puede vender una balada, por muy bonita que sea.
Aquí van nuestras 20 favoritas, incluido el error más flagrante de los últimos años, no elegir a la casa azul para representarnos:
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